Las Autodefensas, algunas ideas


HAY opiniones encontradas en el tema de las Autodefensas de Michoacán. Por un lado, está el apoyo social inspirado en el sentimiento romántico de la lucha del débil contra el fuerte, del oprimido contra el opresor, de David contra Goliat. Por otro, existe la duda sobre sus motivos, el origen del financiamiento de sus armas y municiones, y la legalidad de sus acciones. Pero independientemente de si se considera legítima su lucha, sigue habiendo preguntas que necesitan responderse para poder determinar lo que está pasando en Tierra Caliente. Cuestiones como ¿de dónde surgen estos grupos?, ¿quién los está armando?, ¿a quién están combatiendo? y ¿hasta dónde va a escalar este conflicto?

Para nadie es un secreto que las personas que habitan los municipios en los que se levantaron en armas las Autodefensas, estaban inmersas desde hace tiempo en una situación imposible, donde se enfrentaban a la extorsión y a los abusos de la delincuencia organizada, ante la indolencia y complicidad de las autoridades. En una entrevista difundida hace tiempo por las redes sociales, José Manuel Mireles, uno de los representantes de estos grupos, relataba las razones por las que decidieron coordinarse e iniciar una batalla para defenderse. En su relato, era posible identificarse con la desesperación que deben haber sentido, ante la coyuntura insostenible en la que los ponían los delincuentes dueños de la plaza, donde intentaron quitarles todo, desde el dinero, hasta la dignidad.

Razones tenían muchas, pero los especialistas cuestionan si el impulso responde exclusivamente a un hartazgo, o si hubo algún factor externo involucrado. Se ha barajado la posibilidad de que el cártel de Jalisco Nuevo Generación esté usando a las Autodefensas como un brazo armado para combatir a Los Caballeros Templarios, de quienes son enemigos manifiestos. Esta teoría se fortalece debido a que existen varias agrupaciones del crimen organizado en la región, y sin embargo, los grupos armados sólo se han dedicado a atacar al cártel de Enrique Plancarte. También está la cuestión del armamento y las municiones, las cuales son equivalentes a las que se manejan en el Ejército estadounidense. ¿Qué posibilidades tendrían los pobladores de los municipios en conflicto de adquirir este arsenal sin apoyo alguno? Pero además, ¿cómo es que, a pesar de estar rodeados por las Fuerzas Armadas, las policías y las mafias, pueden hacerse del equipo para reabastecerse?

Es posible que sean los mismos empresarios de Michoacán quienes los estén respaldando, cansados también de que los narcodelincuentes manejen el Estado, sus empresas y plantaciones, así como que detengan las producciones de hortalizas y frutas para especular con los precios, haciéndoles perder dinero y manteniéndoles con un miedo permanente. Dotar a los pobladores del equipo necesario podría darles la liberación del control de Los Templarios, por lo que no es descabellado considerar esta posibilidad.

Pero hay otra versión que empieza a surgir, que es la del involucramiento del Gobierno Federal en este fenómeno social, quien podría estar armando a estos ciudadanos para convertirlos en una fuerza paramilitar que les ayude a llegar y a hacer lo que el Ejército no puede, como ocurrió en Colombia años atrás. Su creación deliberada tiene sentido, pues la confianza en las Fuerzas Armadas se ha ido mermando entre la población, por las denuncias de abusos cometidos por sus integrantes contra los derechos humanos y errores que han terminado con la vida de personas inocentes. Los grupos civiles armados, al no estar institucionalizados, no forzosamente tienen que seguir con las reglas que se les requieren a los elementos castrenses, pudiendo proceder sin necesidad de órdenes directas, e incluso detener a alguien sin nada más que una mera sospecha. Eso podría explicar la indiferencia que se mostró durante el año pasado, mientras las Autodefensas comenzaban a organizarse y surgir como una fuerza creciente.

El peligro que existe, de ser cierta esta teoría, es que el Estado puede perder el control de los paramilitares, pues éstos comenzarían a operar por su cuenta (si es que no lo hacen ya), utilizando su fuerza, influencia y equipo, para constituirse en otro poder de facto que empiece a asolar la región.

Sin embargo, por más riesgosas que puedan resultar estas suposiciones, el principal peligro es que, efectivamente, se trate de comunidades organizadas, que están asumiendo el papel del Estado, lo que significaría que la población no respeta ni legitima a sus representantes populares, y decide tomar el poder en sus manos. Si lo anterior comienza a replicarse, no sólo en Michoacán, sino en los estados donde existen grupos similares, como Puebla, Guerrero, Veracruz y Chiapas, nada impedirá que se unan y empiecen a surgir rebeliones con la capacidad de escalar niveles preocupantes. Sólo sería cuestión de que las Autodefensas se den cuenta de que pueden hacerlo.

Esta columna fue publicada el 3 de febrero de 2013 en Diario de Colima

Acerca de Patricia Sanchez-Espinosa

Licenciada en Derecho y periodista de profesión. Actualmente soy la Subdirectora General de Diario de Colima, el periódico de más circulación en la entidad. Cuento con estudios de maestría en Género y Construcción de la Paz en la UNiversidad para la Paz de la ONU.
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